El Orfeón conquistó la Alte Oper
09.05.09-María José Cano-Francfort
Diario Vasco
Si anteayer la Alte Oper de Francfort hubiera acogido la interpretación de una obra que no fuera la Segunda Sinfonía de Mahler, probablemente las propinas habrían surgido una tras otra. Pero la Resurrección que concibió el compositor austriaco no es una obra de bises, aunque sí de una ovación como la que recibió el Orfeón en su estreno en la capital alemana. Los aplausos fueron, al igual que el final de la obra, in crescendo, hasta culminar en una fuerte ovación con bravos al coro, la orquesta, los solistas y el director. No era para menos. Paavo Järvi regaló un Mahler pasional y tremendamente expresivo sustentado en unos intérpretes de altísimo nivel: un Orfeón seguro, atento, flexible y con enorme poder dinámico, una agrupación sinfónica redonda, potente y siempre precisa y dos solistas de extraordinario nivel. El resultado fue lo que cabía esperar: una lección de música y sensibilidad.
La Alte Oper, un precioso edificio de una acústica agradecida tanto para los intérpretes como para el público, prácticamente llenó sus 2.500 localidades. En los dos conciertos con el Orfeón la agrupación alemana tenía que abordar una obra clásica que forma parte de su repertorio y pensando en su público habitual, con una edad media de entre 55 y 60 años. Todos ocupaban sus localidades guardando un respetuoso silencio que se rompió con el comienzo del Allegro maestoso inicial, un largo movimiento que arranca con un trémolo de violines y violas debajo del cual los contrabajos y los violoncellos exponen un tema enérgico, oscuro y amenazador. Järvi buscó los acentos al detalle dando a este primer motivo todo el carácter esperado. La siguiente melodía dejó muy claro el poder sonoro de la orquesta, tremendamente compacta y con una cuerda siempre cálida y convincente. El director, con un gesto enérgico, buscó el detalle en el fraseo, exigió una dinámica concreta para cada motivo y buscó constantemente el contraste.
El maestro fue poco a poco introduciendo a los oyentes en el universo mahleriano. La atmósfera fúnebre y la reflexión que plantea el compositor fueron perfectamente traducidas en sonido por la Sinfónica de Radio Francfort y por su director.
El segundo y el tercer movimiento, mucho más livianos tanto en el aspecto técnico como expresivo, dieron paso a un Urlicht. Sehr feierlich, aber schlicht (cuarto movimiento), en el que hace su primera intervención la contralto. Alice Coote destacó por su entrega. Llena de sensibilidad y con una perfecta dicción, cantó con solvencia el texto, que habla del deseo del alma de abandonarse al abrazo amoroso de Dios. El íntimo clima creado culminó en un impresionante diminuendo en la orquesta.
Y llegó el turno del quinto y último movimiento y de la intervención del Donostiarra. Tras el potente y también complicado papel de la orquesta, regaló ese pianissimo inicial ante el que los mejores maestros del mundo se han rendido. La dificilísima entrada a capella, en la que Järvi pareció pedir un color especialmente grave, nos introdujo en ese mundo sobrenatural que describe Mahler. El Orfeón brilló en su corto pero intensísimo papel y formó un tándem delicioso con la hermosa voz de una imponente Nathalie Dessay y con la magnífica orquesta. El grandioso final, de cortar la respiración, fue un regalo para los sentidos que el público alemán supo agradecer con sus aplausos.
Hoy, el Orfeón participará en el acto institucional que tendrá lugar en el Ayuntamiento de Wiesbaden, en el que se dará a conocer la propuesta donostiarra para ser Capital Cultural Europea en 2016. El proyecto será presentado en la ciudad hermanada por el alcalde donostiarra, Odón Elorza, quien ayer se reunió con su homólogo y parte del consistorio de la localidad alemana para adelantarles el contenido de la candidatura.
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