Deutsche Kammer- philharmonie Bremen. Director: Paavo Järvi. RCA – SONY (1 CD)

Scherzo

Rafael Ortega Basagoiti



El maestro estonio Paavo Järvi (Tallin, 1962), director titular de la Deutsche Kammerphilharmonie de Bremen desde 2004, y más recientemente también de la Tonhalle de Zúrich y director honorario de la Sinfónica NHK en Japón, acaba de iniciar la grabación de las Sinfonías de Londres de Haydn con la primera de las orquestas mencionadas. SCHERZO charló con él en Frankfurt, tras un concierto en el que ofrecieron dos de esas sinfonías

¿Qué influencia ha tenido su maestro Bernstein, un gran intérprete de Haydn, en su interés en su música, o tiene éste algún otro origen?

Mi verdadera conexión con Haydn viene de mi padre. Desde que tenía seis años solía tocar con él a cuatro manos sinfonías de Haydn, un autor al que adoraba. Era una de las pocas personas en la Unión Soviética que solía tocar y grabar música de Haydn, y creo que fue el primer director que grabó un álbum con sus sinfonías. Nunca se publicaron porque cuando abandonamos la Unión Soviética su nombre fue borrado de las listas. El hecho de que gente como Bernstein amara a Haydn, como muchos otros grandes directores, aumentó sin duda mi deseo de interpretarlo. Pero a mí me encantaba ya desde niño.

En la entrevista que acompaña a este CD, usted sostiene que, pese a que su estatura histórica se ha visto afectada por coincidir con Mozart y Beethoven, hay algunos aspectos de su música que son más sutiles que en ellos. ¿Puede ampliar más esa idea?

Creo que Haydn inició caminos totalmente nuevos en muchos mundos, entre ellos en el sinfónico. La forma en que formuló la sinfonía, especialmente en las últimas doce, incluso un poco antes, se convirtió en una especie de prototipo de lo que debía ser el género. Sin las sinfonías de Haydn no habría una comprensión de la idea sinfónica que desarrollaron Mozart y sobre todo Beethoven, y que luego evolucionó con Schubert, Brahms y todo lo que vino después. Haydn siempre ha sido considerado como un compositor muy importante; sin embargo, yo crecí escuchando afirmaciones como: “bueno, no posee el genio de Mozart, el poderío de Beethoven o el alma de Brahms”, y cosas por el estilo. Me parece bastante estúpido. Haydn era perfecto como Haydn, no necesita compararse con nadie...

Una de las cosas que siempre me llama la atención cuando escucho la música deHaydn, es hasta qué punto fue un gran maestro de las sorpresas. Esa explosión repentina del fagot cerca del final del movimiento lento en la Sinfonía n. 93, es una broma bastante divertida...

¡Desde luego! El sentido del humor es, en general, algo que uno encuentra con muy poca frecuencia en las interpretaciones de muchos directores, porque existe esa percepción de que la música alemana tiene que ser seria y profunda, y si es profunda, tiene que ser lenta y así sucesivamente. Me parece una tontería. Incluso en la música de Bruckner hay humor, y ciertamente también en la de Haydn. Ahora nos fijamos en bromas muy obvias, como la que acaba de mencionar del fagot, pero hay también otros momentos totalmente sorprendentes y humorísticos como cuando la armonía cambia de manera repentina.
De repente nos trae una tonalidad diferente, nos lleva donde no esperábamos. Se trata de una broma, de un momento humorístico, y si uno se limita a tocarla sin más, sin resaltar ese toque de humor, pierde una oportunidad y e ignora el ingenio que contiene. Tal vez sea ésta la razón por la que Haydn se hizo tan popular en Inglaterra. Los británicos tienen un sentido del humor especial. Y es especial porque es muy seco, muy ingenioso. Muy a menudo he sido testigo de cómo un británico hacía un chiste y el resto de la gente ni siquiera lo entendía. ¡Esos son los chistes de Haydn!

El tipo de humor de un Beecham...

¡Exacto! Y Beecham era un intérprete perfecto de Haydn por su humor ligeramente irreverente y camuflado, de apariencia a veces muy seca. Si uno escucha las interpretaciones de Karajan no percibe nada de esto, porque Karajan quería mostrar la profundidad y la grandiosidad de su música. Pero eso es no entender la esencia del humor de Haydn.Tras los proyectos dedicados a las sinfonías de Beethoven, Brahms y Schumann, esta singular orquesta alemana se embarca con su director titular, Paavo Järvi, en el “proyecto Haydn”, que llevará al disco las Sinfonías de Londres, las doce últimas del colosal corpus sinfónico del compositor. Lo hace con la pauta habitual en orquesta y director, una forma de trabajar rigurosa que se va perdiendo (excepciones como esta o como la de Bychkov aparte): primero se ruedan las obras y después se graban, no al revés, asegurando así mayor calidad y acabado a la interpretación. Era fácil adivinar que esta orquesta, cercana desde bien pronto a la práctica históricamente informada, iba a encontrarse muy a gusto con su vitalista y entusiasta director, que también ama esta música y se encuentra igualmente cómodo en esas prácticas. Järvi y su orquesta presentan la música de Haydn con todos los ingredientes que debe tener: ese juego único de energía vital, humor, contrastes, sorpresas, bromas, sonrisas y hasta su pequeño, o no tan pequeño, suspense. Música luminosa que suena mejor cuando lo hace desinhibida, alejada de la severidad de algunos viejos maestros de antaño. Lo hizo también en su día, a su modo y desde otros parámetros, también traviesos, Beecham, y más tarde, cierto Lenny Bernstein echó también su dosis de peculiar sonrisa. Luego llegó Harnoncourt y la lió. Y ahora llega este estimulante Haydn de Järvi, de un entusiasmo contagioso, inspirador. Muy difícil resistirse a él. Desde el gracejo del Andante de la 101 hasta la trepidante energía de su tiempo final, pasando por la vibración del correspondiente de la 103, el disco es una pura delicia, de principio a fin. Los amantes de Haydn no deberían dudar. Van a pasar un rato magnífico con esta grabación. 

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